Fuerza

jueves, 15 de mayo de 2008


Cuando comencé en el cibermundo, con el fotolog, no tuve ganas de escribir sobre otra cosa que no fuera el descubrimiento de él. De lo que comenzaba a ser, del conocimiento mutuo. Yo misma notaba, en ojos de todos, el cansancio de mi discurso baboso. Pero, para ser fiel a la realidad, no traté de controlarme, o al menos, no lo hice mucho. Poco a poco, conseguí calmar el borbotón, al menos de puertas para fuera.

Ahora, ya ha pasado más de un año, y aunque, haya cambiado de soporte y de alojamiento web, él sigue estando en todos mis escritos, aunque de otro modo. Si la memoria no me traiciona, ya existe un axioma físico que enuncia ese principio de que la energía no desaparece, solo se transforma. Y es más o menos, lo que que ha ocurrido, con el que antaño era el protagonista absoluto de todas mis actualizaciones. Los menos avezados, sostendrán que ya se pasó la época del “encoñamiento”, de los tequieros y los teamos tecleados con cansina reiteración. Pero no, no se trata de eso.

Para mí, sigue siendo mi lector, el rostro que pongo al otro lado del ordenador cuando me pongo a desvariar encadenando palabras. Es al que le susurro, con una brizna de suspicacia en la voz: ¿has visto mi bloooog?; y al que le reprocho con melosa inocencia que a veces se demore en visitarme en este alojamiento.

Es de locos pensar, que las relaciones se mantienen imperturbables con el paso del tiempo. Claro que hemos cambiado, tanto el “nosotros” juntos, y el que subsiste por sí solo. Y eso, no es necesariamente malo.

Porque lo fácil, son los primeros momentos, en lo que todo está aún por conocer del otro; en los que cada pequeña anécdota es un descubrimiento inconmensurable; y cada beso está muñido por ese particular sabor de lo desconocido. Son preciosos esos momentos, de palabras bonitas, de perpetua inocencia y melosidad, las primeras noches en las que buscas tu lugar en el cuerpo ajeno; explorando recovecos. Todo está cubierto por un velo de mariposas en el estómago, de novedad, de ansias exploradoras.

Pero, todo va, sordamente,mudando. Pasan las épocas de mutuo conocimiento; y ya no somos solo esas personas que comparten exclusivamente momentos románticos e idílicos, sino que estos se entremezclan con otros muchos, de diversa naturaleza y magnitud. Él, ya no es solo la persona a la que cuentas tu pasado, con la que compartes batallitas del instituto, o de hazañas vividas. Los mensajes románticos y elaborados, dejan paso a palabras de apoyo, en momentos duros, a las de soporte cuando te necesita; y los momentos que compartes ya no son solo la versión edulcorada de ti. Ya ha ocupado un lugar mucho más amplio en tu vida que ese recinto meramente romántico. No son solo cenas con velas, ni noches de confesiones; es la persona que está a tu lado cuando tienes un mal día, y te has levantado con la mala leche un poco del revés, y no hay quien te soporte o entienda. Quien se esfuerza, denostadamente, en hacerlo.

Y ya la perfección empieza a tener visos más antónimos. Las equivocaciones se suceden, como es natural, y poco a poco, también compartimos esa “otra” parte de nosotros que nos gusta menos; y que no querríamos que nadie más viera. Ese monstruo que a veces es irracional, a veces cabezota y orgulloso, otras un niñato sin excusas, razona equivocadamente, y que sale de vez en cuando sin que le llamemos. Y, sin haber aprendido a bregar con los propios, nos embarcamos en un esfuerzo de comprensión racional con los monstruos ajenos.

Y claro, claro que es difícil. Lo sencillo sería quedarse en esa parcelita mínima de relación, en la que todo es color de rosa, y las palabras siempre son bienintencionadas. Pero es el riesgo que se asume al ir “más allá”. Y yo no me arrepiento de haber escogido esa bifurcación. Por muchas lágrimas que nos haya hecho verter en ocasiones, por muchos muros que hayamos tenido que derribar para seguir el camino. A pesar, ( no me entiendas mal ) del daño que nos hemos causado con nuestras correspondientes equivocaciones. Y de los momentos en los que los escollos parecían montañas insalvables.

Porque, todas las relaciones oscilan, y cuando están en un momento subterráneo, oscuro y obtuso; el pesimismo nos conduce a la convicción de que nunca saldrá de ese bache. Y  te percatas de que las  palabras, que tan precisas y unívocas parecían, son en realidad términos volubles y sin un significado compartido. Uno pregunta en chino mandarín sobre el amor y el otro contesta en catalán teorizando sobre los flujos de comunicación.

 Claro que la ecuación no tiene por qué funcionar como una magia. Quererse, no es la receta de ninguna felicidad. La vida es un continúo aprendizaje, y también en esto hay que revisar modos y maneras, y rectificar en el cómo.

Y optar por la vía complicada, tiene mucho que superar. Palabras como tolerancia, comprensión, empatía y paciencia; son el bote salvavidas con el que salir a flote. Y sostener tu mano siempre, eso, sobre todo.

No puedo otra cosa que alegrarme de esa decisión, de haber conservado la esperanza entre las trincheras. De compartir todas las parcelas de mi vida, de mí misma, y de que seas algo más allá de cualquier término etiquetable bajo simplismos como “novio” ó “amigo”. De que estes ahí, al otro lado, leyendo estas líneas.

 Joder,y yo venía aquí, con el virus de la prisa inoculado, y sólo podia dedicar un par de minutos a la actualización. Quería haberte dedicado algo menos filosófico y personal, y he acabado teorizando más de lo literariamente decente. Lo siento, pero es lo que necesitaba salir. Ya sabes que lo  preocupante es no  lograr sacar las emociones fuera. Se acumulan en tu interior y se enquistan. Las emociones van petrificándose y muriendo dentro de uno. Eso sí es terrible. No obstante, quizás este no sea el mejor soporte para hacerlo, perdóname si es así. 

 Cuando abrí este documento, quería, ilusa de mí, escribir con letras muy grandes un ÁNIMO que llegue hasta tu casa. Un ánimo que te haga volver sobre los apuntes y los libros cuando la desesperación haga mella en ti. Quería ser una voz queda que se colase en tu oído y lanzase un “Tú puedes” que te convenza, y te llene de vigor para seguir adelante. Que se instale en tu parietal derecho del cerebro, y te lo creas de una vez. Porque sé que puedes, y que lo conseguirás. Aunque sea una batalla dura, pero es la recta final. Y yo me hago bipolar, y me desdoblo mentalmente. Una Bárbara corre a tu lado por la pista vociferando palabras de apoyo, y la otra te espera en la meta con los brazos abiertos. 



ÁNIMO

TE AMO!

Puedes con ello, aunque seas tan pequeño.