jueves, 5 de junio de 2008
No me des tregua, no me perdones nunca. Yo te pido la cruel ceremonia del tajo, Una nota en tonos amarillos y rotulador de trazos cálidos. Sin un autor que rubrique, porque no es necesario ni nombrarlo.
Puedo oler uno a uno los versos, sentir cada palabra, oír aquellas vocales, el apremio que empuja y desplaza cada coma, que arrastra las consonantes fricativas y revuelve cada (doble) significado dibujando sonrisas por doquier.
Definitivamente, fue una buena idea colar poemas entre los apuntes de opinión pública. Porque ahora, entre Tocqueville y Bentham, Cortázar. Perfecto. PD: Post relámpago, de momento no puedo permitirme mucho más. Besos para todos.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino, naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni
guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.